VOCES Y RITMOS DEL CARIBE

Un homenaje sencillo a través de la maravilla de Internet a los grandes hacedores de la buena música del caribe...Espíritu, esencia y abolengo musical de nuestros pueblos.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Ángel Méndez y su pluma, legado inmortal para la Salsa

Cuando yo era chamo allá en los 80 mi hermano y colega Frank Henríquez leía la revista Swing Latino, eran las andadas de la época para mantenerse al tanto de las situaciones que rodeaban a la Salsa en el Caribe y sobre todo en Venezuela. Conservo con mucho afecto el libro que sirvió de compendio para muchas de estas entrevistas, la llamada Biblia de la Salsa. El género era lo máximo en los 70 y 80, con esas letras crecí y con esas melodías caribeñas afiné mi oído musical y mi gusto por la buena música.  En mucho contribuyó la revista Swing Latino, sus entrevistas de la mano de César Miguel Rondón, Cándido Pérez y las fotografías de Fernando Sánchez se complementaban a la perfección con la sabiduría de su fundador, el periodista Ángel Méndez, colega y cronista por más de medio siglo de esto que nos une y nos apasiona LA SALSA. Ángel dejó este plano el pasado 3 de septiembre, llevando sus letras y su sonrisas a la Eterna Rumba.

A continuación una publicación de El Correo del Orinoco, redactada por Eduardo Chapellín.

Ángel Méndez partió al cielo salsero

Se nos fue al cielo salsero nuestro compañero de labores Ángel Méndez, periodista con casi medio siglo de experiencia en medios impresos, radiales y hasta en televisión.
Siempre dicharachero, con una sonrisa perenne que inundaba las redacciones por donde pasó, siendo sus últimas la del Correo del Orinoco y la emisora YVKE Mundial, donde fungió como gerente general de contenidos.
Periodista y escritor venezolano nacido en 1950.

Angelito, como le decíamos cariñosamente, murió trabajando, pues sufrió un percance cardiovascular cuando llegaba a la sede del Correo del Orinoco, desde donde fue trasladado rápidamente a un centro asistencial privado, allí, a pesar de los esfuerzos médicos, no pudo sobrevivir.

Recientemente recibió una mención especial del Premio Nacional de Periodismo impreso, debido a su arduo trabajo en pro de la música latina. En esa oportunidad señaló que “el premio no es para un individuo, sino para un género musical”.
Quien fuera también dramaturgo, cronista y director de la revista Swing Latino, acotó que fue la primera vez que se otorgaba un premio a un periodista venezolano por los escritos sobre la música latinoamericana. Resaltó esa vez que el premio fue debido a las crónicas acerca de la salsa, género musical del Caribe, escritas en el Correo del Orinoco. En especial sus sabrosas crónicas sobre músicos e historias de una canción se podían leer en el suplemento dominical de este medio: La Artillería.

CON SWING
Con 68 años bailando al son que le tocaran, su fructífera carrera periodística abarcó 48 en el medio periodístico, de los cuales 41 fueron dedicados al mundo de la salsa, siendo su niño mimado “Swing Latino”, que primero por la vía impresa y luego en la radio, difundió el mundo salsero y otros géneros como el bolero y todo lo que sonara a caribeño y latino en general: “Es un deber con los músicos venezolanos, el de visibilizarlos”.
“Swing Latino” fue la primera revista escrita en español dedicada a la salsa en la cuenca del Caribe, publicada por primera vez el 20 de octubre de 1977 en Venezuela. Aparte de Ángel Méndez, también la fundaron Diógenes Carrillo y el fotógrafo Fernando Sánchez “Fersán”, contando entre sus redactores a César Miguel Rondón, Cándido Pérez y Aquilino José Mata, por citar algunos nombres.
Otras de sus trincheras fue Ciudad CCS, donde semanalmente dejaba su impronta con sabrosas entrevistas a pioneros y actuales ejecutantes de la salsa venezolana y el Caribe. De paso, ya tenía listo un trabajo sobre la historia completa de la salsa venezolana, que Pdvsa estaba palabreada para publicarla. Lamentablemente, ahora será póstuma.

Prolijo en su pluma, que siempre seducía a la hora de leer, Ángel también le metía a diversos géneros literarios como el teatro, donde ya tenía una obra que fue montada hace años; y otra que está por estrenarse en Argentina. Nos contó y lo ratificó en recientes entrevistas que estaba puliendo unos cuentos, aunque nunca soltó prenda de qué iban estas historias. También tenía casi lista (¿o lista?) una novela. Hasta guiones para televisión y dibujos animados salieron de su inquieta creatividad.
Siempre activo, durante las horas que le daba libre el diarismo y la radio, escribía bien calladito sobre esos temas que le apasionaban. Más de una vez lo sorprendíamos en su computadora muy concentrado y cuando le preguntábamos qué tenía por ahí, nos miraba y enseguida nos comentaba sobre otros tópícos. O sea, se iba por la tangente

Como periodista abarcó varias fuentes, siempre dejando su huella en cada una de ellas. El Universal y otros medios también contaron con su energía vital y esas ganas de hacer las cosas bien y con cariño. Cuando le preguntaban cuál era su secreto para ser tan eficaz en distintas fuentes y géneros periodísticos, no dudaba en recomendar a las nuevas generaciones: “El consejo es leer mucho, si no leen jamás podrán escribir bien, escribir para un diario y la página web es una gran responsabilidad, eso no es nada fácil”.

Ya debe estar entrevistando a Cheo Feliciano, Tito Rodríguez y Benny Moré, entre otros. Y esperamos que se esté tomando sus buenos mojitos para que esas conversaciones sean bien sabrosas y picantes. Como él terminaba su trabajos, le diremos “¡Saravá!”.

T/ Eduardo Chapellín
F/
 Archivo CO


domingo, 16 de septiembre de 2018

El único: Louie Ramírez, el Rey Midas de la Salsa


(Nueva York, 1941 - Nueva York 1993)

Arreglista y compositor, timbalero y vibrafonista, en todos estos ámbitos, un personaje excepcional, fuera de serie, como lo describe su gran amigo Ray de la Paz: hombre de gran humor, Louie era un payaso..!! (risas).

En la historia de la música universal, hágase donde se haga siempre han existido personajes que llegan a cambiar el curso de las cosas, de esas cosas que por supuesto tienen que ver con notas, claves, compases, arreglos, orquestaciones. Uno de ellos y quizás el más importante nacido para la Salsa en este lado del mundo se llamó Louie Ramírez, el con razón apodado el “Quincy Jones de la Salsa”. Responsable directo del sonido de las Estrellas de Fania y de ese experimento musical llamado “Noche Caliente” que produjo tantas ganancias, y devino desafortunadamente en el bodrio conocido como “Salsa Erótica” o “salsa monga” como la bautizó Mister Afinque, Willie Rosario. Pero esto último en lo absoluto fue culpa de Ramírez, quizás no sea culpa de nadie, es el simple biorritmo del arte, que como arte al fin, puede permearse y malearse a conveniencia, en este caso a conveniencia de los eternos mercantilistas de nuestra música caribeña.
Junto a Tito Rodríguez a inicios de los 70´s.


Pero volvamos a lo bueno, nos importa es Louie Ramírez y su genio:

Nos relata José Arteaga en un artículo de prensa publicado en salsajazz.com los últimos momentos de Louie: Una tarde de 1994, Ramírez conducía su auto por la autopista que lo llevaría a los Estudios Variety en New York. Iba a ser una sesión rápida ya que sólo le faltaba un tema para completar su disco número 20 como director de orquesta. Tal vez por ello estaba nervioso y eso lo llenó de ansiedad. Minutos después no resistió la sensación y tuvo que orillar el autómovil. No había acabado de hacerlo cuando un paro cardíaco acabó con su vida.


Louie Ramírez era un genio. El clásico hombre a quien todos acuden para pedir consejos y soluciones a sus problemas. No importaba que fueran músicos jóvenes o viejos. El hecho era que Louie tenía la respuesta y visitarlo era como frotar la lámpara de Aladino. Esa fue una característica que lo acompañó siempre, desde aquella primera grabación "Conozca a Louie Ramírez" en 1963.

Tenía 20 años entonces y ya se había destacado por componer algunas pachangas y hacer arreglos para las orquestas de Pete y Tito Rodríguez. El comentarista Dick Sugar lo presentó entonces así: Ramírez rompe la imagen del director de un grupo que utiliza el talento de otros compositores y se convierte en seguidor de un ritmo. No, Louie Ramírez es un creador en su género.
Ray De La Paz y el autor de este blog en 2013.

De allí no hubo manera de detenerlo, sólo la muerte lo logró.

Con tan sólo escuchar Paula C, Juan Pachanga y Sin tu cariño (Rubén Blades), Isadora (Tite Curet Alonso), Estar enamorado, Desahogo, Todo se derrumbó (Ray de la Paz y Noche Caliente), Tus ojos (Héctor Lavoe) y una infinidad absoluta de obras maestras, tendremos siempre espacio para recordar a quien fuera ejemplo para quienes vinieron después. Dejemos que la música de Louie Ramírez hable por sí sola, dejemos que la eternidad tenga para Louie un lugar asegurado al lado de los grandes.



Texto: Héctor Henríquez @hhenriquez71

jueves, 13 de septiembre de 2018

Yomo Toro: el cuatro de la Salsa


Una curiosidad que no debe dejarse de contar es la que refirió en una ocasión Willie Colón, al recordar la forma como quedó por vez primera impactado por la manera de tocar el cuatro puertorriqueño, de aquella leyenda del instrumento que ejecutaba en un local de mala muerte, ubicado en una de las tantas calles del Nueva York de los años sesenta. Cuenta Colón que logró entrar furtivamente siendo un menor de edad al local, solo para ver la ejecución de Yomo, pero el vigilante no le creyó y sacó a patadas al muchacho creyendo que éste solo quería ver a las sensuales bailarinas. No tardó mucho Willie en llevarlo a su banda, para iniciar así uno de los períodos más gloriosos de la industria de la salsa.

El Asalto Navideño de Yomo, Willie y Héctor.
Para el simpar talento precoz del nuevayorkino de ascendencia puertorriqueña Willie Colón, (recordemos que los primeros contratos de Willie con Fania los tuvo que firmar su madre) unir a su algo desafinada banda de trombones al cuatrista peso pesado, era una fortuna pero a la vez un reto; solo el dinero que manejaba el consorcio Fania hizo posible la hazaña, unir a la banda de Willie a Toro y al jibarito Héctor Lavoe, para las fechas otro muchacho, que colocaba muy bien la música auténtica de Borinquen; solo faltaba eso, el sonido típico para suavizar lo agrio de los trombones del grupo. Para Jerry Masucci fue una jugada más: el emblema del cuatro puertorriqueño de esa generación de ejecutores ya pertenecía a la banda y a las Estrellas de Fania también.

El cuatro: Sonoridad típica de Borinquen

Víctor Guillermo Toro Vega Ramos Rodríguez Acosta, aparentemente no tenía problemas con su familia porque con este nombre prácticamente los incluía a todos allí. Nació un 26 de julio de 1933, trabajó desde muy joven en el ingenio azucarero puertorriqueño, pero la vena de la música lo indujo a adquirir su primer cuatro y a iniciarse en una carrera que aunque al principio algo discreta, lo llevó de la Isla a la Gran Manzana, donde personajes como Larry Harlow, Jhonnie Pacheco y el propio Willie Colón influyen directamente en su éxito. Precisamente el Judío Maravilloso incluye a Yomo en el afamado álbum Tributo a Arsenio Rodríguez de 1971, donde la idea era emular el sonido del tres del Cieguito también Maravilloso recientemente fallecido, pero Yomo no llegó con un tres cubano al estudio sino con un cuatro puertorriqueño, lo demás es historia musical.

Yomo Toro grabó con Harlow en 1971.
También en el año 71 pero no con Harlow sino con Willie Colón, Víctor Guillermo Toro graba uno de los álbumes más importantes de Fania Récords, Asalto Navideño y allí en particular una pieza que no necesariamente tenía que ser música navideña como el resto del álbum, logra convertirse a través de la sonoridad de estos chamaquitos a excepción de él, en el ícono de la salsa del momento; La Murga muestra un solo de cuatro que pasó a la posteridad. Para la época, Yomo casi duplicaba en edad a Willie, el líder de la banda. El Asalto se repitió en un segundo volumen y cada vez que la salsa debía sonar a folclor, a pueblo y a fiesta, allí estaba Yomo Toro.

Yomo influyó totalmente en el sonido de la Salsa

Corría 1953 cuando llegó a Nueva York y a los pocos meses se unió a la música de Florencio Morales Ramos, Ramito, trabajaron la onda típica y folclórica de Puerto Rico y de esta forma se dio a conocer aún más, ésta vez en la meca de la industria musical; pero más allá del conocimiento que tenían y del tiempo que llevaban trabajando junto al Conjunto Jíbaro, le dieron a entender a muchos directores de banda con la insipiente sonoridad de la futura música que se llamaría Salsa, que había que incorporar el sonido de la Isla de Borinquen al comercial sonido de lo que Fania y compañía venían explotando.

Rubén Blades y Yomo Toro.
No se concibe un concierto de Fania All Stars a partir de 1971 sin el punteo del cuatro de Yomo Toro, ese instrumento de cinco pares de cuerdas que paradójicamente se llama cuatro pero que con el tiempo se le agregó un si grave,  destacó de forma única en cada grabación de estudio o en vivo de los caballos encabezados por Pacheco. Es difícil concebir en nuestras mentes hoy en día piezas como Encántigo (Fania All Stars), Guaracha (Willie Colón), Según el Color (Rubén y Willie), Son desangrado (Soledad Bravo), Mi sueño (Willie Colón), Saca tu mujer (versión Fania All Stars en vivo), Pasé la noche fumando (Héctor y Willie) y muchísimas más como La Murga, que eternizan el catálogo de la Salsa, es quizás imposible imaginárselas repito, sin el rápido punteo de Yomo Toro.

Un fallo renal, el 30 de junio de 2012, acabó con la vitalidad de este hombre de 78 años que nunca dejó de hacer música, que se enamoró de su instrumento regando de técnica, folclor, sencillez y alegría al Caribe y su música: Yomo Toro, el cuatro de Puerto Rico…el cuatro de la Salsa.

Texto: Héctor Henríquez @hhenriquez71

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Bogaloo, género de transición


Cada noche era un nuevo festejo en el Palladium, la mítica sala de baile donde confluían judíos, latinos, migrantes, gringos, músicos, productores y bailarines. En los años 60 el genial Tito Rodríguez hizo bailar a miles con su rítmica agrupación de pachangas en esta sala ubicada en la ciudad de Nueva York, exactamente en Broadway con la calle 53. Para finales de los años 40, el Palladium entró en un período de decadencia, pero a finales de los 50 y gran parte de los 60 se convirtió en el emblema de la fiesta caribeña y nuestra cultura en la Gran Manzana.
Tito Rodríguez y su Orquesta.

En 1947 invadió Nueva York una banda de músicos encabezados por Mario Bauza y Machito, Frank Grillo de Ayala, bautizada como los Afrocubans, la cual hacía bailar a todos con su particular estilo de big band. Hasta mil parejas confluían en la pista del Palladium, ya no bailaban foxtrot ni swing, ahora hacían siluetas en la pista a través de la rumba, el mambo, el chachachá y el bolero. Este devenir cultural nuevayorkino se extendió con la banda pachanguera de don Tito Rodríguez, uno de los mejores intérpretes de los géneros caribeños de todos los tiempos.

La década de los años 60 es la década que cambió el mundo, al menos desde el punto de vista musical esto es totalmente acertado, y era tan vertiginosa la evolución de los ritmos y de las exigencias del público que ya para mediados de los 60 la pachanga, el mambo, la guaracha entre otros ritmos que explotaron las salas de baile, también comenzaron a  entrar en decadencia, ya estos ritmos no eran lo mismo, no tenían el mismo arraigo en la gente joven. Ellos preferían bandas pequeñas, con letras y ritmos sencillos como el rock and roll, gestado en Estados Unidos pero también en Europa, desde donde llegaron los Beatles a cambiar el curso de la historia de la música.
Ubicado en Broadway, NY.

Desde 1962 y la llegada de los 4 de Liverpool y su música muchos fueron los cambios que adquirió la música caribeña para poder sobrevivir, así nace una estupenda mezcla de son, giros en guajira y algo de rock and roll asincopado, lo bautizaron como bogaloo (bugalú) y vino a salvar a la industria del disco para esos años. En esta transición tuvieron muchos que ver Pete Rodríguez, Louie Ramírez, Richie Ray, Mongo Santamaría, Joe Cuba y Johnny Colón, solo por citar los más emblemáticos.
José Calderón "Joe Cuba".

Había necesidad de llegarle a la gente joven, la cual a la postre es la mayor consumidora de música en el mundo, con el ritmo bogaloo se gestaba una esperanza de que la música caribeña pudiera conquistar nuevamente el mercado anglosajón con sus letras en spanglish, pero no fue así. Este ritmo duró muy poco, fue simplemente una transición, una de tantas. Ya a finales de los 60 no tenía el arraigo del principio, quizás la estética musical del bogaloo era algo repetitiva y los grandes empresarios del medio no quisieron prestarle más atención, en referencia a los dueños de Fania Records (Masucci y Pacheco) este era un género pasajero, para ellos valía más la pena enfocarse en su All Star, la que desplazó cualquier experimento y se convirtió en la reina de la música afrocubana, tanto por su sello disquero como por las Estrellas de Fania, la más importante agrupación de Salsa que haya nacido en Nueva York.

Texto: Héctor Henríquez

domingo, 9 de septiembre de 2018

Canta, una obra maestra de don Rafael Hernández


Rafael Hernández.
Cha cha chá con danzón, Canta es una de las piezas más bellas, uno de los mejores arreglos musicales en la historia del arte caribeño por los elementos que se utilizaron allí, el reto de colocar en tiempo de Salsa y en formato charanguero, una extensión de lo que ya venían haciendo la Típica 73, la Orquesta Harlow y la Broadway tan sólo por nombrar tres. 

El cabecilla de ese reto y de ponerlo en práctica en la voz de José Cheo Feliciano fue el genial Louie Ramírez, acompañado de Papo Lucca, Jhonnie Pacheco, Bobby Valentín, Luis “Perico” Ortiz, pléyade de músicos que logran poner en escena una pieza tan fundamental en la historia de nuestra música caribeña como lo es Canta, del legendario compositor boricua Rafael Hernández.

Canta es una pieza escrita para formato charanguero lógicamente con una extensión impresionante de violines y el trabajo de los ingenieros de sonido con los cuales se contaba para el momento, a quienes hay que darles mucho crédito. No es sólo el arreglo musical y llevar los sonidos al justo valor y medida que desea el arreglista, en este caso era Louie Ramírez.

Louie Ramírez.
El tema Canta es una oda a la alegría, la letra lo dice todo, más esa tesitura en la voz de Cheo Feliciano, voz que engranaba perfectamente en un arreglo como éste. Los arreglos de Louie Ramírez tenían esa particularidad, no era lucirse él solamente, era hacer lucir a la orquesta, que cada ejecutante, coristas, soneros tuvieran su propia luz y brillo.  A Louie Ramírez se le conoce como un músico callado, un músico discreto siempre detrás de las obras maestras de la Salsa.

Se le reconoce a Ramírez haber incorporado arreglos de violines de una manera tan especial y remozar temas musicales antológicos hasta convertirlos en auténticos clásicos. Hay un detalle muy esencial que hay que destacar en este arreglo de Canta contenido en un álbum de Vaya Record del año 1976, ese detalle precisamente son los violines que en esta grabación armonizan y no sólo hacen ritmo, como era su función conocida en las típicas charangas. Es un aporte importante a la Salsa ya que de aquí en adelante los arreglos con violines fueron cada vez incorporándose con más protagonismo a los arreglos orquestales de la música caribeña.


Texto: Héctor Henríquez