Cuando consideramos a la Salsa como un género musical, caemos sin querer claro está, en un "lugar común", ya que la Salsa en sí no es un género musical, es simple y sencillamente una confluencia de géneros o aires musicales la mayoría de ellos de origen afrocubano con la clara influencia de las armonías jazzísticas norteamericanas.
Su origen como palabra comercial se le atribuye a los visionarios Johnny Pacheco y Jerry Masucci, más sin embargo, nosotros los que cultivamos la melomanía salsera no debemos olvidar que en el año 1966 el locutor caraqueño Phidias Danilo Escalona popularizó la palabra a través de su programa radial "La hora del sabor, la salsa y el Bembé", donde logró "pegar" los éxitos del valenciano (parroquia San Blas) Federico Betancourt y su Combo Latino, contenidos en el álbum "Llegó la Salsa", donde por vez primera un disco en su carátula imprimía la novedosa palabra.
En el 67, Carlín Rodríguez viajó a Nueva York y le llevó el disco al yaracuyano Johnny Cedes (arreglista de los buenos) y le indicó que esa música de Federico era un verdadero "palo" en Caracas, pues el maestro venezolano no lo pensó mucho antes de colocarle al álbum que grabara con Vitín López, "El Cantante de la Salsa". Así que la cosa tiene sabor venezolano.
Es un tema de debate en muchas casas, bares, botiquines, redes sociales, círculos de melómanos y pare de contar, algunos aseguran con esa jactancia que tienen muchos de esos salseros "radicales" que la salsa nació con la Fania en el Cheetah en agosto del 71, no les falta razón, pues allí se partió en dos la historia, los conceptos y los caminos a seguir por la música afrocaribeña, ellos los "caballos de la Fania" impusieron esa noche lo que vendría, ellos dieron a luz a la nueva música, dejando atrás los experimentos con bogalóo, funk, rock latino y las añejas rumbas, congas y charangas cubanas. Por el contrario, las unieron y crearon juntando todos estos aires lo que Masucci y compañía bautizaron sin tapujos como "Salsa".
Recordemos el disco de la orquesta Harlow de 1975 "Salsa" donde Larry lo que más hace son charangas, a saber: La Cartera de Arsenio Rodríguez y El Paso de Encarnación de Richard Egües, exitazos desde todo punto de vista, pero solo eran versiones de viejos éxitos cubanos, muy bien acabados. Entonces el concepto y la intención no eran otros que nombrar Salsa a esta música y decir que nació en Nueva York; muchos cubanos lo desafían y les asiste la razón, pues la gran mayoría de los ingredientes de esta salsa fueron cosechados en Cuba.
Danzón, guanguancó, son montuno, guajira, oriza, bomba y plena puertorriqueñas, bossa nova brasilero junto al jazz y al blues dieron nacimiento e ideas infinitas a los arreglistas de los años setenta. El camino se volvía inquebrantable, sin obstáculos para hacer millones de dólares y vender discos en todo el planeta, hasta en África a ciencia cierta, el auténtico origen genético de los tambores que acompañan la salsa, de los ritmos y caídas que la alimentan, allí llegó la Fania All Stars en el 74, con todo y la Reina Rumba Celia Cruz entre sus filas, Zaire fue testigo de la evolución de la música africana.
Nueva York, La Habana o Caracas, donde quiera que suene un timbal, unas congas, un bongó y su hermana la campana de mano, dondequiera que un sonero afinque sobre la clave y unos trombones y trompetas suelten las más coloridas y bailables moñas, allí se dirá que nació la salsa, pero más allá de eso, como hispanoparlantes, o como nos dicen de México para arriba "latinos", la salsa está en nuestro código genético, es nuestra sangre, hermana del sonido celestial que allá en la Eterna Rumba, Cortijo y Maelo, Celia y Pedrito, todos los Titos, Pete el "Conde", Héctor, Cuní, El Pavo Frank, Charlie Palmieri, Carlín, Tite Curet y tantos otros siguen haciendo, acompañados de un coro de ángeles que dice en clave de dos pa` tres: “la rumba me está llamando, bongó dile que ya voy, que se espere un momentico mientras canto un guaguancó, dile que no es un desprecio, pues vive en mi corazón, mi vida es tan solo eso, rumba buena y guaguancó…!”
Héctor Henríquez.
Su origen como palabra comercial se le atribuye a los visionarios Johnny Pacheco y Jerry Masucci, más sin embargo, nosotros los que cultivamos la melomanía salsera no debemos olvidar que en el año 1966 el locutor caraqueño Phidias Danilo Escalona popularizó la palabra a través de su programa radial "La hora del sabor, la salsa y el Bembé", donde logró "pegar" los éxitos del valenciano (parroquia San Blas) Federico Betancourt y su Combo Latino, contenidos en el álbum "Llegó la Salsa", donde por vez primera un disco en su carátula imprimía la novedosa palabra.
En el 67, Carlín Rodríguez viajó a Nueva York y le llevó el disco al yaracuyano Johnny Cedes (arreglista de los buenos) y le indicó que esa música de Federico era un verdadero "palo" en Caracas, pues el maestro venezolano no lo pensó mucho antes de colocarle al álbum que grabara con Vitín López, "El Cantante de la Salsa". Así que la cosa tiene sabor venezolano.
Es un tema de debate en muchas casas, bares, botiquines, redes sociales, círculos de melómanos y pare de contar, algunos aseguran con esa jactancia que tienen muchos de esos salseros "radicales" que la salsa nació con la Fania en el Cheetah en agosto del 71, no les falta razón, pues allí se partió en dos la historia, los conceptos y los caminos a seguir por la música afrocaribeña, ellos los "caballos de la Fania" impusieron esa noche lo que vendría, ellos dieron a luz a la nueva música, dejando atrás los experimentos con bogalóo, funk, rock latino y las añejas rumbas, congas y charangas cubanas. Por el contrario, las unieron y crearon juntando todos estos aires lo que Masucci y compañía bautizaron sin tapujos como "Salsa".
Recordemos el disco de la orquesta Harlow de 1975 "Salsa" donde Larry lo que más hace son charangas, a saber: La Cartera de Arsenio Rodríguez y El Paso de Encarnación de Richard Egües, exitazos desde todo punto de vista, pero solo eran versiones de viejos éxitos cubanos, muy bien acabados. Entonces el concepto y la intención no eran otros que nombrar Salsa a esta música y decir que nació en Nueva York; muchos cubanos lo desafían y les asiste la razón, pues la gran mayoría de los ingredientes de esta salsa fueron cosechados en Cuba.
Danzón, guanguancó, son montuno, guajira, oriza, bomba y plena puertorriqueñas, bossa nova brasilero junto al jazz y al blues dieron nacimiento e ideas infinitas a los arreglistas de los años setenta. El camino se volvía inquebrantable, sin obstáculos para hacer millones de dólares y vender discos en todo el planeta, hasta en África a ciencia cierta, el auténtico origen genético de los tambores que acompañan la salsa, de los ritmos y caídas que la alimentan, allí llegó la Fania All Stars en el 74, con todo y la Reina Rumba Celia Cruz entre sus filas, Zaire fue testigo de la evolución de la música africana.
Nueva York, La Habana o Caracas, donde quiera que suene un timbal, unas congas, un bongó y su hermana la campana de mano, dondequiera que un sonero afinque sobre la clave y unos trombones y trompetas suelten las más coloridas y bailables moñas, allí se dirá que nació la salsa, pero más allá de eso, como hispanoparlantes, o como nos dicen de México para arriba "latinos", la salsa está en nuestro código genético, es nuestra sangre, hermana del sonido celestial que allá en la Eterna Rumba, Cortijo y Maelo, Celia y Pedrito, todos los Titos, Pete el "Conde", Héctor, Cuní, El Pavo Frank, Charlie Palmieri, Carlín, Tite Curet y tantos otros siguen haciendo, acompañados de un coro de ángeles que dice en clave de dos pa` tres: “la rumba me está llamando, bongó dile que ya voy, que se espere un momentico mientras canto un guaguancó, dile que no es un desprecio, pues vive en mi corazón, mi vida es tan solo eso, rumba buena y guaguancó…!”
Héctor Henríquez.
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