Cuando una persona tiene la marca invisible, esa que solo nos da
la convicción de que vinimos a este planeta azul con un fin determinado, cuando
esa persona identifica su "misión", en ese momento activa todo el
talento y pide a la providencia le dé un poco de esa "suerte" que
hace falta para hacer que el camino se haga más llevadero. Abro esta reseña
biográfica de un gran caribeño José "Cheo" Feliciano con estas
palabras, porque este señor, sencillo, sonriente y nada arrogante, estuvo
durante gran parte de su vida con esa "marca invisible" y ahora
indeleble en el tiempo, marca que lo convirtió en una de las figuras del canto
caribe con más arraigo en nuestra cultura popular.
Cheo, era humilde de carácter, pasó por
pruebas, el solo hecho de estar en el plantel de Fania le sugería un reto, el
reto a superar los errores que se cometen cuando te conviertes en alguien
famoso, no es fácil el asunto y mucho menos cuando te desenvuelves en un ámbito
donde las tentaciones están a la orden del día.
Contó una vez Eddie Palmieri que cuando
grababan en el 1967 el álbum Champagne, donde Cheo interpreta el clásico
"Busca lo tuyo", tuvo que llevarlo a la cabina de grabación casi a
rastras para que pudiese a duras penas, terminar la pieza (el disco casi en su
totalidad lo terminó vocalizando Ismael Quintana), pero de eso se sobrepuso
Cheo, con la ayuda del propio Eddie, del Tite Curet, de su esposa doña
"Coco" y de las ganas de vencer a la droga. Lo logró. Su Impacto en
los Hogares Crea de Puerto Rico, fue tal que hizo música, creó el grupo
homónimo, grabó con ellos y salió de allí a triunfar con su Naborí, con
Anacaona a vencer el reto de la vida, a decirle al mundo que la música que
guardaba en su mente y en su garganta con una pequeña ayuda de sus amigos
estaba allí, pa' que afincaran diciendo "Esto es el Guaguancó".
Se fue una gran persona, un hombre de
valor y de culto popular, una voz que nos invita a estudiar su estilo, un
artista popular de fama mundial, un ciudadano del Caribe, de ese Caribe que
llevamos en la sangre y en la estirpe, un mulato, apadrinado a finales de los
50's por el señor Tito Rodríguez, adoptado por el rítmico estilo de Joe Cuba y
su sexteto de genios. Ese mismo mulato que se despidió casi cantando porque se
mantuvo activo como los grandes, después de llevar nuestra música sencillamente
llamada Salsa a lo más alto, con las Estrellas de Fania y El Ratón, con
Palmieri y esa extraordinaria versión de Ritmo Alegre y El Día que me quieras,
con Louie Ramírez y Perico Ortiz en la obra maestra Canta de Rafael Hernández,
con la Combinación Perfecta, con Tito Puente, con Sergio George, paremos de
contar.
Su música sigue y seguirá allí, al menos
Cheo aquí como se tratan los "panas" te puedo decir que tu música no
morirá al menos en mi casa y en mis programas de radio NUNCA morirá, y hago eco
a los lectores de ese sueño tan agradable días después de tu partida, donde me
diste un abrazo y me dijiste "Gracias", no lo olvido ni lo olvidaré.
Se soltaron los caballos, Cheo y tú te fuiste con ellos.
Texto por: Héctor Henríquez
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