Arsenio Rodríguez está considerado como uno de los compositores más importantes e influyentes de nuestra música, de origen cubano pero llegado a la Gran Antilla con sus ancestros africanos, específicamente de El Congo. Arsenio se consideró y así lo decía: africano. Eso precisamente lo plasmó a través de su música. Nació un 30 de agosto de 1911 en Güira de Macurijes en la provincia de Matanzas y falleció en Los Ángeles, California el 31 de diciembre de 1970, a los 59 años de edad.
Como uno de los muchos músicos que abandonó la Isla luego de la revolución, Ignacio de Loyola Rodríguez Scull se instaló en Nueva York. Esta leyenda de la música antillana perdió la vista a muy temprana edad tras ser golpeado por las patas de un caballo, lamentablemente este accidente siendo aún un niño le costó la visión de ambos ojos. Quizás la ausencia del sentido de la visión lo hayan convertido en una persona tan sensible a las cosas que ocurrían a su alrededor, de allí su facilidad y asertividad para la composición musical.
Lo que evolucionó con las décadas y hoy conocemos como Salsa se debe en gran medida a la música que Arsenio Rodríguez aportó; sin embargo, una de sus composiciones más emblemáticas no es un son, es un bolero "La vida es un sueño" Después que uno vive veinte desengaños qué importa uno más, después que conozcas la acción de la vida no debes llorar...la realidad es nacer y morir, ¿por qué llenarnos de tanta ansiedad?
¿Cómo nace este bolero?
Se cuenta que Arsenio asistió a un examen de la vista, se dice que el sonero Miguelito Valdez fue quien insistió para que Rodríguez probara con unas nuevas técnicas desarrolladas para la actualidad y que abarcaba la ciencia oftalmológica en Nueva York. El doctor de origen hispano Castro Viejo residenciado en la ciudad, estaba probando nuevas técnicas de operación de córnea, trasplante en este caso. Lamentablemente en el caso de Arsenio esta operación no resultaba porque tenía operativamente muerto su nervio óptico.
Se cuenta que luego de esta frustración, Arsenio tomó una siesta y al despertarse inmediatamente tomó papel y lápiz y comenzó a escribir una canción, la canción sería este hermoso bolero donde dejó la gran carga emocional que sentía, la ansiedad, la tristeza, la propia realidad, el desahogo de poder escribir y convertir en música sus propios sentimientos.
Su obra es considerada trascendente en los aires musicales caribeños por haber ampliado las capacidades del conjunto típico de son cubano.
Según sus propias palabras, contaba: "Organicé un nuevo sistema de conjunto. Pensé que el antiguo formato de septeto (siete músicos) con la trompeta, la guitarra y el tres no tenía la armonía necesaria y le agregué un piano y tres trompetas, además de la tumbadora. Al año siguiente, desaparecieron los septetos".
La extraordinaria rumba Llora Timbero versionada por Tito Rodríguez y además por el Conjunto Libre de Manny Oquendo es una de sus obras más conocidas, así como los sones Suéltala, Bruca Maniguá, Dame un cachito pa` huelé, Yo no engaño a las nenas, Soy el terror, Fuego en el 23, El reloj de Pastora, Quique y Chocolate (rebautizada por Larry Harlow como Tumba y Bongó), Mi china me botó (uno de los primeros temas grabados por Héctor Lavoe) y No me llores, son sólo algunas de sus composiciones más influyentes.
Texto e investigación: Héctor Henríquez @hectorhvox
https://www.youtube.com/@hectorhvox
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